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![]() por Pablo Martínez Calleja
Hace unas semanas conocí a los 17 Hippies y ya no soy el mismo. Fue en un reportaje del Canal Arte. Su música llamó mi atención, me fascinó, y me puse a escuchar lo que decían. Lo que les oí era refrescante, tonificante, atronador: 'elixir de vida'. Sencillo y directo: se entienden porque quieren entenderse. Son gente que llega desde muy diferentes experiencias vitales, de distintas tribus, de diferentes lenguajes. Pero tienen un espacio común que buscan y encuentran en la música. Y para llegar a la música amor, esa palabra gastada que a veces puede ser bonita como la cartera vieja que atesoramos para poder tocar los recuerdos.
![]() 17 HIPPIES - Nuevo disco "El Dorado" Son una banda de música de gitanos húngaros a los que se les hayan unido unos judíos, que de vez en cuando cantan en español o tocan la balalaica. No les falta un fabricante de instrumentos, ni un cartero, ni una estudiosa de la literatura alemana, ni un diseñador gráfico, ni padres o madres con sus hijos, ni faltan compositores, ni una cellista a la que le iba de pena con el piano. Y de todo eso, que bien podría haber salido sólo una ensalada para un par de días o un churro malagueño, han inventado el excelente sonido 17 Hippies: alegría de vivir y una pizca de melancolía, que es el punto más elegante que tiene la tristeza humana. Han tocado en EE.UU., en Francia, en Alemania y les andan buscando para llevarlos a España. Su dossier de prensa forma ya un volumen. Y siguen juntos, porque la fama no lo es todo. Tenían temores -¡cómo no!- de que la notoriedad les separara, de las envidias que siempre salen al camino, de las rivalidades que suelen convertirse en arrogancia. Pues siguen juntos, y de todo habrán tenido, pero bien vivido, bien llevado y mejor resuelto. A mí los 17 Hippies me han sumido el deseo de participar con alguien donde disfrutar y que salga algo tan maravilloso como lo que ellos hacen. Es verdad que tenemos La buhardilla, pero yo quisiera ser músico, que creo que es el oficio más noble y grandioso del mundo -y el más hermoso-, para irme a Berlín y llamar a la puerta de la antigua fábrica de cerveza. Para subir con ellos por su 'media escalera'. Pero si preguntaran 'Wer ist das?' no tendría respuesta. |