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Hermanos Cubero

Hermanos Cubero

Cordaineros de la Alcarria

¿Qué pasaría si juntáramos las jotas y seguidillas castellanas, con la música rural estadounidense?

La respuesta podrían darla Los Hermanos Cubero. Hermanando de manera natural, desinhibida y acaso también ingenua, la música de su tierra alcarreña con el country americano, Los Hermanos Cubero han inventado, posiblemente, un sonido nuevo. El eco musical popular de la Alcarria, de donde ellos proceden, se alía con el bluegrass de Kentucky, cuna de uno de los artistas que más reconocen que ha influido en su música, el mandolinista Bill Monroe, tal vez el inventor, o al menos uno de los pioneros que más difundió ese género, el bluegrass, en los años 30 y 40 del siglo pasado.

El otro pilar que sustenta el sonido de Los Hermanos Cubero se encuentra en la influencia del folklorista segoviano Agapito Marazuela que, con la dulzaina y tamboril castellanos, rescató a finales de la dictadura franquista las músicas tradicionales españolas de las garras de la Sección Femenina y Coros y Danzas que la llenaron de tópicos y que la habían condenado al recurrente concepto del “Tipical Spanish”.

Les gusta denominarse “Cordaineros”, un concepto bautizado por ellos mismos como respuesta a los dulzaineros, que tocan la dulzaina. Porque lo suyo es, además de una voz, nada más que una mandolina, y una guitarra, es decir, “14 cuerdas de acero”, como también dicen en otra de sus canciones. La mandolina ejecuta las melodías de la dulzaina, y la guitarra marca el ritmo del tamboril: ese es el hallazgo de su música transformada.

Cuando no recrean composiciones tradicionales, sus letras remiten a la ingenuidad de la cultura popular. Tienen la misma forma de cantar al campo, a la luna, a los ríos, a los amores anhelados… que cualquier countryman norteamericano, pero hablando del Henares en lugar del Río Ohio; de jaras, guijos, encinas, olivos, trigales y enebros en vez de campos de maíz y algodón. Los Hermanos Cubero quieren hacer ruido y hacernos bailar, que se enteren en toda España que ya están aquí, parafraseando de nuevo su canción ‘Hagamos algo de ruido’. Enrique y Roberto actúan de traje impecable, con sus vistosas corbatas, siguiendo el ejemplo de la portada de su único disco. Son los hijos bastardos de Bill Monroe y Agapito Marazuela, un maridaje perfecto donde nada chirría, donde todo suena con naturalidad sin recordar para nada a otras fusiones recientes entre músicas de latitudes alejadas.

Texto: Fernando Iñiguez


 

 

 

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